miércoles, 19 de mayo de 1999

Pilar crece junto a usted

(ELDIARIO REGIONAL, 19/05/1999) Los agentes inmobiliarios dicen que el precio de las propiedades de Pilar se incrementó, en promedio, un 100% durante los últimos cinco años, excluyendo los cascos céntricos de las distintas localidades del distrito y la franja de la Panamericana Esto representa una suba promedio del 15% anual.

Por el contrario, en igual período los salarios reales y su poder de compra se han mantenido prácticamente inalterados (en realidad, han disminuido un poco).

Ahora bien, esta realidad es parte de un sistema que, a largo plazo, resulta perverso: al subir el costo de acceso a la vivienda pero mantener los ingresos estables, los asalariados que necesiten acceder a una propiedad, la buscarán en donde más les convenga (o en donde puedan), y en Pilar les convendrá cada vez menos. Tanto por el precio que deberán pagar para comprar c alquilar una casa, como por el costo de vivir luego aquí.

Quien analice esta situación con criterio cortoplacista, concluirá en que el boom sólo genera beneficios para Pilar y sus habitantes. ¿Es realmente así? Quizás sí en parte, pero no totalmente.

El origen del boom inmobiliario responde a muchísimas causas, siendo la concesión de la Panamericana y el aumento del crédito, algunas de las más destacadas.

Las llamadas expectativas racionales de la gente hacen que muchos deseen vivir aquí, y como el stock de viviendas es en principio escaso, aumenta la tasa de inversión en viviendas; esto provoca una mayor oferta, que vuelve a ser compensada con la aparición de nuevos compradores, logrando así un equilibrio dinámico.

A largo plazo, todas las zonas de Pilar adecuadas para vivienda habrán sido utilizadas para proyectos de barrios cerrados y countries; en síntesis, un recurso escaso como lo es el suelo se habrá usado en beneficio exclusivo de proyectos privados, trasladando un costo de mucha mayor magnitud, a quienes no participan de tales proyectos, es decir, la inmensa mayoría de los habitantes (actuales y futuros) de Pilar.

 

Agenda 21

Desde el punto de vista de la teoría económica, el laissez-faire (dejar hacer) puede ser óptimo, considerando que el mercado asigna sus recursos en forma eficiente; ¿pero será una asignación socialmente justa? Creo que no: muchos habrán visto irse por las nubes el valor de las propiedades, y entonces ya no podrán comprar ni esa casa que anhelaban ni ese otro terrenito para edificar. Porque desde que hicieron ese barrio cerrado al lado, pasaron a costar tres veces más; y así, los asalariados de menores ingresos deberán migrar hacia lugares más accesibles a sus bolsillos.

¡Qué distinto a la aspiración de las Naciones Unidas, que a través de su Programa de Ordenación del Suelo impulsan un mayor acceso a la vivienda a todos los ciudadanos, especialmente a los pobres de las zonas urbanas!

Asimismo, un plan de acción internacional para el desarrollo sustentable, llamado Agenda 21, establece que todas las medidas de planificación que se tomen, deben ser compatibles con el desarrollo social y económico, y salvaguardar el derecho a la co-determinación y a la participación de los grupos cuya situación se vea afectada.

¿Existe alguna solución? Sí. Pilar debe atender las necesidades actuales y futuras de vivienda de todos los sectores sociales, reservando zonas en las que sólo se permita construir casas para familias de ingresos medios y bajos.

Si cada vez que se presenta un proyecto, se aprueba una excepción al Código de Zonificación, a largo plazo los empleados de las empresas de Pilar tendrán que venir desde más lejos; a su vez, las empresas que los empleen verán incrementados sus costos, porque deberán pagarles el traslado; incluso algunas empresas que desearan radicarse en Pilar, descartarán la idea porque un predio aquí, como zona de countries, les resultará sustancialmente más caro que en otro distrito.

Si «Pilar crece junto a usted» como hasta ahora, de aquí a diez o veinte años se habrá transformado en el «Nuevo San Isidro», con zonas de viviendas suntuosas junto a villas miseria ¿Aspiramos a eso, o queremos un Partido con equilibrio de espacios verdes, industrias, comercios y viviendas?

La respuesta a esta pregunta es el desafío que todos debemos asumir hoy. No sirven las decisiones aisladas de una élite de planificadores urbanos, sean funcionarios públicos o prestigiosos académicos: sin duda representan un aporte valioso, pero primero debe existir la decisión política de contemplar todos los puntos de vista. En ese proceso, cada uno de nosotros es el actor principal, y no debemos cederle nuestra cuota de protagonismo a nadie.

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