sábado, 8 de enero de 2005

Dirigencia de media sombra

En abril del año pasado, el Honorable Concejo Deliberante aprobó a las apuradas una Ordenanza para instalar confiterías bailables, pubs y bailantas sobre la Ruta 8.

Garantías
Por aquellos días del invierno pasado, un funcionario afirmó en FM Plaza que se colocaría un importante operativo policial tendiente a “evitar accidentes y disturbios”. En el recinto del HCD, el Concejal Carlos Olivera dijo: “...vamos a tener que seguir trabajando sobre esta zona para que la misma cuente con todas las garantías de seguridad para que la juventud de Pilar pueda salir a disfrutar la noche...”.
Para el lector desmemoriado, vale recordar que Carlos Olivera, junto con el Concejal Roberto Fernández, fueron quienes organizaron el “dudoso” Congreso Latinoamericano de Concejales, asegurando que iba a tener consecuencias más que positivas para la gente de Pilar; pero los únicos beneficiados parecen haber sido ellos, que durante varios días disfrutaron de agasajos y brindis con el dinero que aportaron algunas empresas (siempre generosas cuando de “ayudar” a los funcionarios se trata).
Ya en agosto pasado, luego de la férrea oposición a la instalación de bailantas por parte de centenares de vecinos, el gobierno de Zúccaro suspendió por 180 días su instalación (pero no la de boliches y pubs). ¿Y las garantías de seguridad de las que hablaba Olivera? bien, gracias.
A fines de febrero se cumplirá el plazo de suspensión que la presión vecinal le arrancó al intendente. Y a pesar de que ya se han instalado varios pubs, hasta ahora nadie vio materializadas las “garantías de seguridad” que prometía el Concejal Olivera. Esperemos que el jefe comunal no fuerce una tragedia al permitir que se instalen bailantas sobre rutas, algo que en otros municipios está explícitamente prohibido.

Culpables

Las cosas no ocurren por azar: el tsunami que mató más de 150 mil personas en Asia fue un fenómeno de la naturaleza, inevitable. En cambio, detrás del incendio del boliche de Once, hay culpables. Como también hay culpables detrás de otras situaciones, que no por eternas son menos graves (son en realidad distintas formas de la corrupción): los políticos que hablan de transparencia pero que “llegan” negociando entre sombras, los funcionarios que hablan de “puertas abiertas” pero que no se animan a reglamentar el libre acceso a la información pública, y los empresarios que hablan de equidad pero que no pagan sus impuestos, condenando así a que el tercio de pilarenses que se cayeron del mapa, nunca más vuelvan a subirse a él. Y si lo intentan, ahí están esperándolos para hacerlos caer nuevamente, ya sea pisándoles los dedos que aferran con desesperación, o vendiendo (y comprando) alguna calle pública para que no puedan utilizarla nunca más.
No son los nombres de estos culpables los que aquí importan, porque más temprano que tarde la sociedad los reconocerá. Sí importan las víctimas, porque con dirigentes y concejales de alambre y media sombra, sospecho que víctimas somos todos.

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