martes, 6 de diciembre de 2005

Corrupción

(EL DIARIO REGIONAL, 04/12/2005) La corrupción política, define Transparencia Internacional, "es el abuso por parte de los dirigentes políticos del poder que se les ha confiado, para su propio beneficio". Es siempre, también, el matrimonio entre un corruptor y un corrupto.

Tiene, como terreno para crecer, una sociedad marcada por el individualismo, el consumismo, el afán de poder, y al mismo tiempo, su contracara, la falta de compromiso con el bien común.
Esta falta de compromiso social queda plasmada en los resultados del informe del Latinbarómetro 2005: ante la pregunta de qué acciones políticas realizaron los miles de latinoamericanos encuestados como forma de reclamo o protesta, el primer lugar se lo lleva la respuesta "firmar una petición"; a corta distancia de ella, aparece como forma de participación política "asistir a manifestaciones autorizadas (legales)". Pero lo preocupante del resultado no es lo que sucede a nivel continental —bastante próximo a lo que sucede en cualquier otra región del planeta— sino lo que pasa particularmente en nuestro país: un cuarto (26%) de la población dijo haber participado alguna vez firmando petitorios, pero sólo la mitad de ellos (14%) han ido un poco más allá, asistiendo a alguna manifestación autorizada. Ello parece indicar que cuando se trata de solucionar el mundo desde una mesa de café, o en una reunión de amigos, o firmando un papel, los argentinos somos "derechos y humanos", nos comprometemos. Hasta ahí. Porque cuando la cosa requiere un compromiso mayor, se nos derrumba el espíritu cívico. Y no hablo aquí de realizar actividades políticas ilegales, sino de "poner el cuerpo" para defender lo que decimos defender de palabra.

Si usted, lector, sostiene las creencias de la mayoría de nuestros compatriotas, pensará que el problema de la corrupción política no se resolverá nunca. Pero si piensa distinto, y actúa en consecuencia, la profecía podrá conjurarse.

Mencionemos algunas "medicinas" de eficacia probada en la lucha contra la corrupción política: libre acceso a la información pública, organismos de control independientes, y fundamentalmente, participación ciudadana, es decir, política, mucha política. Pero de la buena. La última de estas herramientas —la participación— debe ser alentada desde el gobierno pero es básicamente un resorte en manos de la sociedad. Las dos primeras, en cambio, deben ser implementadas desde el gobierno.

Hace ya casi 2 años, desde la sociedad civil presentamos un proyecto de ordenanza de libre acceso a la información pública. Hoy descansa en algún cajón del Honorable Concejo Deliberante. "Honorable" la institución, pero los concejales y el jefe comunal, que prometieron su apoyo a una ordenanza que nunca debatieron ni sancionaron ni reglamentaron, no honraron su compromiso.
En cuanto a establecer organismos de control independientes, el gobierno avanzó de manera consistente con su estilo: apenas asumido, impulsó la creación de la Oficina Anticorrupción, pero al aprobar el presupuesto 2005 (a fines del año pasado), los funcionarios se "olvidaron" de asignarle una partida a la dependencia nonata.
¡Quién dice que ahora, cuando todavía el presupuesto de 2006 no fue aprobado, los concejales y el intendente nos den una sorpresa y le destinen unos pesos!. Y si quisieran sorprendernos aun más, quizás designen como titular de la Oficina Anticorrupción pilarense a alguien independiente y capaz.

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