miércoles, 1 de febrero de 2006

Un Pilar para todos

(EL DIARIO REGIONAL, 01/02/2006) A tan sólo 30 días del momento en el que los artesanos deban cargar con sus productos y marcharse de la Plaza, nadie desde el gobierno ha podido expresar con claridad al menos una razón válida para desalojarlos. Se pretendieron argumentos de los más variados: que la feria provocaba caos en el tránsito, que ensuciaba, que competía en forma desigual con los comercios de la zona, etc. Ninguna de estas razones resiste el demasiado análisis.

Artistas sí, artesanos no
A nuestro intendente le cuesta comprender algunos sistemas —por cierto complejos— que explican problemáticas sociales; basta recordar el verano pasado, cuando Zúccaro responsabilizó del delito en Pilar a los habitantes de distritos vecinos pobres; en otras palabras, a los pobres. De igual modo, ahora dice que cincuenta artesanos son los responsables de la anarquía vehicular en el centro de nuestra ciudad. Y asegura que por más firmas que recojan los productores para no ser desalojados, a él no le interesa: “me pueden juntar cinco mil (firmas), la decisión está tomada”; ¿será porque son pobres?.
Parece una actitud casi patológica: mientras que el intendente quiere echar a los artesanos de “su” plaza, el Instituto Municipal de Cultura convoca por los medios a quienes estén interesados en participar de las actividades de la peatonal, frente a la Plaza; malabaristas, payasos y artistas en general accederán a mostrar sus creaciones y a pasar la gorra; los artesanos, en cambio, serán expulsados del mismo lugar calificándolos de mentirosos y sucios.

Espacios públicos
En lugar de proponer una ordenanza que regule la actividad de las ferias artesanales en beneficio de todos, el intendente Zúccaro se confunde al afirmar que “pocos son artesanos de verdad”. Si de lo que se trata es de ocupar el espacio público con artesanos “de verdad”, y para él éstos no lo son, debería establecer normas de selección, otorgando permisos para trabajar en la Plaza a quienes resulten elegidos en función de la calidad de su arte, de su lugar de residencia, etc. ¿Es razonable que el gobierno coloque a estos trabajadores en la categoría de delincuentes y los corra con garrote en mano del sitio que ocupan desde mucho antes que este mismo gobierno clamara que “volvamos a la Plaza”?. Hace menos de 3 años, la feria había sido declarada de interés municipal.

Si tanto le molesta al jefe comunal que un espacio público de la Plaza esté ocupado por vecinos a los que él califica de sucios, otros podríamos cuestionarle a Zúccaro que otros espacios públicos estén ocupados por su omnipresente nombre. Como algunas señales de tránsito, o vehículos municipales, en los que hace pintar su nombre. Al hacerlo utiliza el dinero de los contribuyentes en beneficio propio.

Construir una sociedad para todos es el gran desafío que tenemos por delante. El respeto por las diferencias, la libertad de expresión, la integración de lo diverso y la búsqueda de consensos deberían ser los cimientos de esa ciudad que debemos edificar.

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