Mirar al futuro
El Concejo Deliberante decidió postergar hasta mañana el tratamiento del proyecto de ordenanza que pretende derogar la prohibición (vigente desde el año 2001) de instalar cableado aéreo en las zonas urbanas del Distrito.
Las voces que desde el oficialismo y la oposición defienden la derogación (esto es, mantener el cableado aéreo) no lograron responder a ninguna de las críticas que recibió la iniciativa: se cuestionó que el cableado aéreo y sus postes atentan contra la seguridad pública, y que los campos electromagnéticos producidos por las líneas de energía eléctrica incrementan el riesgo de contraer enfermedades (los campos electromagnéticos fueron clasificados por la Organización Mundial de la Salud como “posible carcinógeno humano”). También se criticó, en especial desde la SCIPA, el impacto visual que provocan los cableados, conocido por cualquiera que se tome el trabajo de intentar mirar al cielo desde la calle en una zona urbana. Se sabe que llevamos años de problemas con el mantenimiento del arbolado por los cables, caídas de postes que provocan accidentes (varios fatales), etc.
Por todo ello, los concejales decidieron postergar su decisión inicial. Sin embargo, no parece que la
postergación obedezca al interés por alcanzar una propuesta superadora, respetuosa de las voces de quienes pretenden evitar este despropósito.
Cooperar en vez de competir
Considerando las razones por las cuales la anulación de la ordenanza de 2001 generó tanto rechazo, sería deseable que -al menos en cuestiones como ésta- trabajemos codo a codo gobierno, vecinos, concejales, universidades, cámaras empresarias y colegios profesionales.Este conjunto de miradas e intereses sentados en una mesa común podría alcanzar los objetivos de legitimar decisiones, y escoger -de entre las muchas opciones disponibles- “el bien mayor”, una mirada de ganar-ganar que deje de lado la lógica de la competencia en el uso del espacio público, y ponga en su lugar un enfoque de cooperación.
¿Por qué no mirar hacia el futuro, en vez de volver la mirada hacia atrás? Hay buenos ejemplos en nuestro país, y en el resto del mundo: ciudades que llaman a concurso de proyectos, y después eligen el mejor. Luego convocan a una licitación, concesionando la construcción y operación del mejor proyecto. Desde luego, los oferentes pueden ser empresas, uniones de empresas (UTEs) o incluso, consorcios público-privados. Gana el oferente que se comprometa a pagar el canon más alto al municipio. Dicho oferente recupera la inversión de sus túneles o trincheras cobrando un alquiler a cada uno de sus clientes, empresas de servicios que requieren tender cañerías o cables (Edenor, AySA, Cablevisión, Movistar, etc.). Estas empresas clientes se ven beneficiadas por afrontar un costo menor al que tendrían si tuvieran que encarar inversiones en infraestructura en forma aislada.
Tenemos que tener una estrategia de uso del espacio público en los centros urbanos: ¿quiénes son los destinatarios principales de las políticas públicas? ¿Las empresas o los vecinos de a pie? Si son éstos últimos, tenemos que legislar para que las ciudades sean más amigables con ellos.
*Subsecretario de Participación Ciudadana. Apoderado de la Agrupación Municipal Encuentro Pilarense.