(EL DIARIO REGIONAL, 22/10/2006) Esta semana se conoció la noticia de que científicos de la Universidad de Duke hicieron funcionar un «manto de invisibilidad»; se trata de un cilindro dentro del cual los objetos «desaparecen» a la vista del ojo humano, gracias a la utilización de ondas electromagnéticas y de los llamados «metamateriales».
Al incorporar propiedades materiales complejas en la construcción del dispositivo, se logra que parezca haber espacio vacío en donde en realidad hay un objeto concreto. «El ‘manto’ reduce tanto el reflejo como la sombra de un objeto, cualquiera de los cuales permitiría su detección», expresó el doctor David Smith, uno de los científicos que realizaron el experimiento.
Mientras este hallazgo científico se difundía por el mundo, el gobierno de Humberto Zúccaro, sacudido por la campaña que los médicos del Hospital Sanguinetti denominaron «La Salud de Pilar se muere», decidió hechar mano de un recurso similar: intentar tapar todo con un «manto de invisibilidad» y pretender que en donde en realidad hay un hospital en condiciones edilicias francamente inaceptables, por televisión se vea que hay una sala de terapia intensiva modelo, comparable a la de cualquier centro de salud privado. «Qué vergüenza que un Secretario de Salud muestre una terapia intensiva como un logro, con un cartel que dice donado», dijeron al marcharse los periodistas de Telefé que cubrieron el reclamo; antes, habían sido llevados por el Secretario de Salud Federico Pazzi Pla hasta la sala de cuidados intensivos, en la que un cartel da cuenta de que fue hecha con el dinero de una fundación.
En la mañana del jueves, en medio de la protesta, el Director del Hospital se justificaba ante un alcalde que del otro lado del teléfono no podía aceptar las perturbadoras imágenes que difundía la televisión nacional: «Doctor, yo ya no la puedo parar», le decía, mientras soportaría toda clase de exabruptos, de esos que a Zúccaro suelen darle buen resultado cuando se trata de enfrentar situaciones más complacientes para con sus intereses.
En una columna de opinión aparecida el mismo jueves en El Diario Regional, decía Pazzi Pla que «las resoluciones de las crisis suceden porque cuando aparecen hay que afrontarlas con planificación y prevención», y agregaba que antes de la llegada de Zúccaro al gobierno, a las madres se las dejaba en camillas en los pasillos del hospital. A las pocas horas, las imágenes en vivo mostradas por televisión explicarían por qué no paraba de crecerle la nariz al Secretario de Salud: en palabras de la doctora Mirta Ortega Sanz, presidenta de la AMPAC, «...Dios no puso las palabras sólo para comunicarnos, sino también para encubrirnos, pero las imágenes son contundentes: cuando el pueblo vio el hospital que tenemos, y vio una paciente diabética descompensada en una camilla, que no teníamos sábanas para taparla, porque en la guardia no hay sábanas... en una camilla, una paciente que no tiene una cama digna... y... hablemos de planificación, pero explíquenselo a esa paciente que tiene la descompensación diabética hoy».
El viernes, luego de estar reunido durante horas con el intendente, el Secretario de Salud le pedía a los vecinos que «...miremos la película: va a llegar el momento en que tengamos las habitaciones como corresponden, que estén los baños para los pacientes como corresponden, y después vamos a poder dedicarnos a las habitaciones, o a los lugares del personal... hay que tener paciencia, porque está todo programado...».
Sin duda, el gobierno tiene dificultad para planificar sus acciones, porque ya lleva casi tres años en un contexto económico nacional extraordinariamente favorable ¿cuánto tiempo más hay que esperar «para curar a Pilar»? (en la primera entrevista que se le hizo al alcalde por FM Plaza, pidió que le dieran tres meses para empezar a ver los cambios; luego se autoextendió el «período de gracia» a medio año; ¿y ahora?. La recientemente inaugurada peatonal, que se llevó alrededor de medio millón de pesos, el escenario de la Plaza 12 de Octubre, y los artistas que pasaron por él, ¿eran proyectos prioritarios para un municipo adherido a la denominada «Red de Municipios Saludables»? ¿es digno un salario de 1.200 pesos para un médico que lucha día a día para salvar vidas? ¿es razonable que el Concejal Carlos Olivera se dedique -con el dinero que sale de nuestros bolsillos- a «investigar» si los médicos ganan mucho o poco, mientras mes a mes recibe una dieta de casi 2.000 pesos, a pesar de la cual dijo tener que trabajar de abogado «porque si no la plata no le alcanza»?.
Intendente Humberto Zúccaro, Secretario Federico Pazzi Pla, Concejal Carlos Olivera: un poco de vergüenza, por favor.
domingo, 22 de octubre de 2006
domingo, 15 de octubre de 2006
Salud Enferma
(EL DIARIO REGIONAL, 15/10/2006) El domingo pasado me referí a la grave crisis que afecta al sistema de salud pública de Pilar. La columna provocó la reacción de muchos funcionarios municipales, que molestos por mis opiniones, sólo alcanzaron a criticarme, sin deslizar ni una coma sobre la manera en la que piensan resolver los hechos denunciados.
Para poner en términos concretos la decadencia en la que se sumerge la salud pública, debemos saber que en el hospital Meisner de Presidente Derqui —materno-infantil— no hay anestesista infantil, por lo que todas las cirugías pediátricas están suspendidas; que en las guardias, es frecuente que los médicos deban atender hasta 160 pacientes en 24 horas, cuando lo normal en cualquier lugar del mundo no supera las 100 personas; que esta gestión dejó de lado la Ordenanza que estableció la denominada "Carrera Profesional Sanitaria Municipal", y con ella, terminó con la dignidad de los trabajadores de la salud, que en su inmensa mayoría cobran hoy prácticamente lo mismo que hace una década. Y todo ello en el gobierno del "Intendente Dr. Humberto Zúccaro", que como bien hace indicar hasta en las señales de tránsito, es "doctor".
Ayer
A pocos meses de haber asumido, el intendente mandó al Hospital Sanguinetti –a través de su Secretario de Acción Política- a una patota de noquis municipales; tenían la misión de terminar con un reclamo pacífico que efectuaba una veintena de trabajadores despedidos; como precursores de la patota que provocó los incidentes de la semana pasada en el hospital Francés, éstos patovicas locales amenazaron de muerte a varios de los periodistas presentes, y agredieron a quienes sólo querían presentar su queja ante Hugo Trabadelo, por entonces director del hospital central. Trabadelo, que hoy se desempeña como subsecretario de gobierno, cambió de cargo un año después de que se encontraran tres fetos en una cámara séptica del Sanguinetti; sin embargo, conserva las mismas funciones que antes: mantener el horizonte despejado de críticas hacia su jefe político, el intendente Zúccaro (quizás por eso, fue el "privilegiado" al que mandaron esta semana a responder a mi columna sobre la crisis sanitaria).
Hoy
Aunque los trabajadores de la salud esperan que el intendente reconsidere su negativa a recibirlos y dialogar, me permito dudar de las intenciones del jefe comunal: él cree que podrá "patear" hacia delante la pelota, prometiendo una mejora salarial recién para el próximo año. Claro que para convencer a los quejosos, ahora ya no manda a la patota como en 2004: hoy confía en su capacidad de negociación, y en colaboradores como el secretario de los trabajadores municipales Oscar Campofreda, quien en vez de apoyar a los médicos en sus justos reclamos, salió a decir que "no hay posibilidad presupuestaria de dar ningún aumento", asemejándose así más a un jefe de personal que a un representante sindical.
Más allá de todo lo que diga en público, Zúccaro sabe que con los sucesivos aumentos que sufrió el presupuesto municipal en los últimos años, los médicos y enfermeras de la comuna podrían haber recibido este mismo año un aumento del orden del 30 por ciento, similar al que recibieron la mayoría de los trabajadores del sector privado. No lo hace porque el 2007 es un año político, y porque a poco de terminar su mandato, necesita volcar todos los dineros públicos a realizar obras que puedan ser fotografiadas; en última instancia, pensará, ninguna foto se le puede sacar a un médico que ganado 750 pesos, pase a ganar mil. Por ello, cree que el dinero que gasta en las fiestas patronales, lo beneficia más que el que debería gastar en el sistema sanitario.
Zúccaro cree que la salud puede esperar, y que el 2007 no está tan lejos. Quizás no lo esté para él, que como reconoció, "vive de la política", pero sin duda lo está para los médicos y enfermeras que desde hace años, y por el mismo sueldo, dejan sus vidas para hacer realidad la promesa electoral de "curar a Pilar".
Para poner en términos concretos la decadencia en la que se sumerge la salud pública, debemos saber que en el hospital Meisner de Presidente Derqui —materno-infantil— no hay anestesista infantil, por lo que todas las cirugías pediátricas están suspendidas; que en las guardias, es frecuente que los médicos deban atender hasta 160 pacientes en 24 horas, cuando lo normal en cualquier lugar del mundo no supera las 100 personas; que esta gestión dejó de lado la Ordenanza que estableció la denominada "Carrera Profesional Sanitaria Municipal", y con ella, terminó con la dignidad de los trabajadores de la salud, que en su inmensa mayoría cobran hoy prácticamente lo mismo que hace una década. Y todo ello en el gobierno del "Intendente Dr. Humberto Zúccaro", que como bien hace indicar hasta en las señales de tránsito, es "doctor".
Ayer
A pocos meses de haber asumido, el intendente mandó al Hospital Sanguinetti –a través de su Secretario de Acción Política- a una patota de noquis municipales; tenían la misión de terminar con un reclamo pacífico que efectuaba una veintena de trabajadores despedidos; como precursores de la patota que provocó los incidentes de la semana pasada en el hospital Francés, éstos patovicas locales amenazaron de muerte a varios de los periodistas presentes, y agredieron a quienes sólo querían presentar su queja ante Hugo Trabadelo, por entonces director del hospital central. Trabadelo, que hoy se desempeña como subsecretario de gobierno, cambió de cargo un año después de que se encontraran tres fetos en una cámara séptica del Sanguinetti; sin embargo, conserva las mismas funciones que antes: mantener el horizonte despejado de críticas hacia su jefe político, el intendente Zúccaro (quizás por eso, fue el "privilegiado" al que mandaron esta semana a responder a mi columna sobre la crisis sanitaria).
Hoy
Aunque los trabajadores de la salud esperan que el intendente reconsidere su negativa a recibirlos y dialogar, me permito dudar de las intenciones del jefe comunal: él cree que podrá "patear" hacia delante la pelota, prometiendo una mejora salarial recién para el próximo año. Claro que para convencer a los quejosos, ahora ya no manda a la patota como en 2004: hoy confía en su capacidad de negociación, y en colaboradores como el secretario de los trabajadores municipales Oscar Campofreda, quien en vez de apoyar a los médicos en sus justos reclamos, salió a decir que "no hay posibilidad presupuestaria de dar ningún aumento", asemejándose así más a un jefe de personal que a un representante sindical.
Más allá de todo lo que diga en público, Zúccaro sabe que con los sucesivos aumentos que sufrió el presupuesto municipal en los últimos años, los médicos y enfermeras de la comuna podrían haber recibido este mismo año un aumento del orden del 30 por ciento, similar al que recibieron la mayoría de los trabajadores del sector privado. No lo hace porque el 2007 es un año político, y porque a poco de terminar su mandato, necesita volcar todos los dineros públicos a realizar obras que puedan ser fotografiadas; en última instancia, pensará, ninguna foto se le puede sacar a un médico que ganado 750 pesos, pase a ganar mil. Por ello, cree que el dinero que gasta en las fiestas patronales, lo beneficia más que el que debería gastar en el sistema sanitario.
Zúccaro cree que la salud puede esperar, y que el 2007 no está tan lejos. Quizás no lo esté para él, que como reconoció, "vive de la política", pero sin duda lo está para los médicos y enfermeras que desde hace años, y por el mismo sueldo, dejan sus vidas para hacer realidad la promesa electoral de "curar a Pilar".
domingo, 8 de octubre de 2006
Vivir de la Política
(EL DIARIO REGIONAL, 08/10/2006) Ayer, en la entrevista que se le hizo en FM Plaza, el Intendente reconoció vivir de la política, y se confesó ser "un político de raza".
Evidentemente, si Humberto Zúccaro se considera perteneciente a la "raza política", de su afirmación se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, que para el jefe comunal, la participación política —y los derechos derivados de ella— constituyen un quehacer sólo reservado a una "raza" de seres humanos, categoría a la que —aunque duela reconocerlo— ni usted lector ni el columnista pertenecemos. La segunda conclusión es que nuestro alcalde esta convencido de pertenecer a esa "raza".
¿Cuál es el sentido de etiquetarse como miembro de una "raza"?: durante la época de la Ilustración, las clasificaciones raciales se usaron para justificar la esclavitud de los "inferiores", las "razas" no blancas, que según suponían nuestros ancestros, estaban mejor preparados para toda la vida de trabajo duro (claro que siempre bajo la supervisión blanca).
Quizás hoy, la intención de presentarse como miembro de una raza responda a las mismas motivaciones. Pero pongamos un ejemplo de cómo funcionan las cosas en Pilar: en 2004, el gobierno anunció que ese sería "el año de la salud", refiriéndose a que todos los recursos económicos y esfuerzos intelectuales irían a resolver lo que para la sociedad era una de sus máximas preocupaciones: el sistema de salud. Hoy, casi 3 años después, la salud pública local está en crisis, hay expulsión de profesionales, y el cada vez más abultado presupuesto de salud se dilapida en partidas que reasigna sistemáticamente a otras áreas el otrora explicador oficial Osvaldo Pugliese; mientras tanto Zúccaro, subido al caballo de creerse miembro de una casta superior (la "raza política") maltrata a los médicos del Hospital Sanguinetti (la "raza inferior"), y dice que nunca más va a reunirse con ellos, porque han cometido el sacrilegio de expresar públicamente su crítica y su desazón ante un gobierno que en las reuniones y posteriores conferencias de prensa cede todo, pero que luego en la práctica, se empeña en que nada cambie.
Creyendo que el intendente va a cumplir con su caprichosa y autoritaria sentencia de ni siquiera atenderlos, los médicos van acortando la vara de sus expectativas, hasta que finalmente, algunos de ellos se conformarán con pensar que en el año venidero, la municipalidad pondrá algunas monedas más en sus bolsillos como toda respuesta a sus justos e inobjetables reclamos. Mientras tanto, la municipalidad habrá pasado de un presupuesto de 57 millones en 2003 a 128 millones para este año (¿cómo pueden argumentar frente a los médicos —sin que se les caiga la cara de vergüenza— que no hay dinero para recompensarlos con dignidad?).
Un último corolario de los dichos de nuestro primer mandatario es que resulta envidiable ver a alguien como él, que habiendo reconocido "vivir de la política", pueda darse el lujo de vacacionar como lo hace, ya sea en las cálidas aguas caribeñas, o en las doradas arenas del vecino Brasil. O incluso, en las más lejanas y exclusivas playas de Miami (aunque en este caso el disfrute no sea recibido por él mismo, sino —como dicen los hombres de leyes— por interpósita persona).
En su famosa Carta desde la cárcel de Birmingham, Martin Luther King escribió:
"La historia es el relato largo y trágico del hecho que rara vez los grupos privilegiados (en nuestro caso la "raza política") renuncian a sus privilegios voluntariamente".
Por ello, esperemos que tanto autoritarismo no termine por domesticarnos. Trabajemos para lograr una sociedad equitativa, con ciudadanos plenos de derechos. Y si tuviera que haber privilegiados entre nosotros —como dijo el General Perón— que los únicos privilegiados sean los niños. Los demás, iguales, por favor.
Evidentemente, si Humberto Zúccaro se considera perteneciente a la "raza política", de su afirmación se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, que para el jefe comunal, la participación política —y los derechos derivados de ella— constituyen un quehacer sólo reservado a una "raza" de seres humanos, categoría a la que —aunque duela reconocerlo— ni usted lector ni el columnista pertenecemos. La segunda conclusión es que nuestro alcalde esta convencido de pertenecer a esa "raza".
¿Cuál es el sentido de etiquetarse como miembro de una "raza"?: durante la época de la Ilustración, las clasificaciones raciales se usaron para justificar la esclavitud de los "inferiores", las "razas" no blancas, que según suponían nuestros ancestros, estaban mejor preparados para toda la vida de trabajo duro (claro que siempre bajo la supervisión blanca).
Quizás hoy, la intención de presentarse como miembro de una raza responda a las mismas motivaciones. Pero pongamos un ejemplo de cómo funcionan las cosas en Pilar: en 2004, el gobierno anunció que ese sería "el año de la salud", refiriéndose a que todos los recursos económicos y esfuerzos intelectuales irían a resolver lo que para la sociedad era una de sus máximas preocupaciones: el sistema de salud. Hoy, casi 3 años después, la salud pública local está en crisis, hay expulsión de profesionales, y el cada vez más abultado presupuesto de salud se dilapida en partidas que reasigna sistemáticamente a otras áreas el otrora explicador oficial Osvaldo Pugliese; mientras tanto Zúccaro, subido al caballo de creerse miembro de una casta superior (la "raza política") maltrata a los médicos del Hospital Sanguinetti (la "raza inferior"), y dice que nunca más va a reunirse con ellos, porque han cometido el sacrilegio de expresar públicamente su crítica y su desazón ante un gobierno que en las reuniones y posteriores conferencias de prensa cede todo, pero que luego en la práctica, se empeña en que nada cambie.
Creyendo que el intendente va a cumplir con su caprichosa y autoritaria sentencia de ni siquiera atenderlos, los médicos van acortando la vara de sus expectativas, hasta que finalmente, algunos de ellos se conformarán con pensar que en el año venidero, la municipalidad pondrá algunas monedas más en sus bolsillos como toda respuesta a sus justos e inobjetables reclamos. Mientras tanto, la municipalidad habrá pasado de un presupuesto de 57 millones en 2003 a 128 millones para este año (¿cómo pueden argumentar frente a los médicos —sin que se les caiga la cara de vergüenza— que no hay dinero para recompensarlos con dignidad?).
Un último corolario de los dichos de nuestro primer mandatario es que resulta envidiable ver a alguien como él, que habiendo reconocido "vivir de la política", pueda darse el lujo de vacacionar como lo hace, ya sea en las cálidas aguas caribeñas, o en las doradas arenas del vecino Brasil. O incluso, en las más lejanas y exclusivas playas de Miami (aunque en este caso el disfrute no sea recibido por él mismo, sino —como dicen los hombres de leyes— por interpósita persona).
En su famosa Carta desde la cárcel de Birmingham, Martin Luther King escribió:
"La historia es el relato largo y trágico del hecho que rara vez los grupos privilegiados (en nuestro caso la "raza política") renuncian a sus privilegios voluntariamente".
Por ello, esperemos que tanto autoritarismo no termine por domesticarnos. Trabajemos para lograr una sociedad equitativa, con ciudadanos plenos de derechos. Y si tuviera que haber privilegiados entre nosotros —como dijo el General Perón— que los únicos privilegiados sean los niños. Los demás, iguales, por favor.
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