En mayor o menor medida, hace tiempo que los argentinos no creen que la política sea una herramienta eficaz para mejorar su bienestar y el de su comunidad, construyendo una sociedad con oportunidades para todos.
La falta de confianza comenzó hace varias décadas, y si bien presentó cierta pendularidad, lo cierto es que la tendencia se mantuvo en aumento, y ya casi forma parte del ADN de los argentinos.
La dirigencia política, hay que reconocerlo, no hace demasiado para revertir ese juicio: muchos políticos, cuando alcanzan algún cargo electivo, pareciera que se esfuerzan en aumentar la distancia con sus gobernados; así, frente a cualquier reclamo vecinal, es frecuente escuchar a nuestro intendente afirmando que los quejosos “están haciendo política”. No lo dice de manera inocente, sino con toda la intencionalidad de que es capaz quien sabe cómo “patear la pelota” afuera. Parecería que sugerir que alguien “está haciendo política”, es un conjuro que desvanece las razones concretas que dieron origen al reclamo, o le quita virtud a la mejor de las propuestas que se pudieran ofrecerse.
Zúccaro cansa utilizando esa pretendida descalificación, pero no es una frase registrada por nuestro jefe comunal, ni mucho menos; días atrás se la escuchó de boca del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, refiriéndose a la toma de escuelas.
Más allá de todo, hoy ya nadie “come vidrio”, y cualquiera es capaz de reconocer que detrás de la mayoría de los reclamos, y luego de las explicaciones oficiales, las escuelas públicas de Pilar presentan un estado tan preocupante como las de la Capital Federal, el servicio de transporte público ofrece vehículos y frecuencias propias del mundo subdesarrollado, los inundados de Pilar sólo desaparecen hasta la próxima lluvia, en el km 50 no se permitió que se construya el Edificio Downtown pero el tránsito allí —como en toda la comuna— es cada vez más caótico, la mortalidad infantil avergüenza en un Distrito que llevó por segunda vez al sillón de alcalde a un médico, que hizo campaña con el slogan “para curar a Pilar”, y la integración aparece sólo en los discursos de Humberto Zúccaro.
En todos estos problemas nunca resueltos, los políticos —que desde el ejecutivo y desde el Concejo Deliberante nos gobiernan— siguen llegando tarde. Necesitamos políticos que sepan anticiparse, gobernando para resolver los problemas de hoy, pero también para planificar cómo resolver los problemas que vendrán. De otro modo, más que dirigentes seguirán siendo forenses, que aparecen en la escena del crimen luego de que las cosas ocurrieron.