(EL DIARIO REGIONAL, 08/10/2006) Ayer, en la entrevista que se le hizo en FM Plaza, el Intendente reconoció vivir de la política, y se confesó ser "un político de raza".
Evidentemente, si Humberto Zúccaro se considera perteneciente a la "raza política", de su afirmación se desprenden dos conclusiones: en primer lugar, que para el jefe comunal, la participación política —y los derechos derivados de ella— constituyen un quehacer sólo reservado a una "raza" de seres humanos, categoría a la que —aunque duela reconocerlo— ni usted lector ni el columnista pertenecemos. La segunda conclusión es que nuestro alcalde esta convencido de pertenecer a esa "raza".
¿Cuál es el sentido de etiquetarse como miembro de una "raza"?: durante la época de la Ilustración, las clasificaciones raciales se usaron para justificar la esclavitud de los "inferiores", las "razas" no blancas, que según suponían nuestros ancestros, estaban mejor preparados para toda la vida de trabajo duro (claro que siempre bajo la supervisión blanca).
Quizás hoy, la intención de presentarse como miembro de una raza responda a las mismas motivaciones. Pero pongamos un ejemplo de cómo funcionan las cosas en Pilar: en 2004, el gobierno anunció que ese sería "el año de la salud", refiriéndose a que todos los recursos económicos y esfuerzos intelectuales irían a resolver lo que para la sociedad era una de sus máximas preocupaciones: el sistema de salud. Hoy, casi 3 años después, la salud pública local está en crisis, hay expulsión de profesionales, y el cada vez más abultado presupuesto de salud se dilapida en partidas que reasigna sistemáticamente a otras áreas el otrora explicador oficial Osvaldo Pugliese; mientras tanto Zúccaro, subido al caballo de creerse miembro de una casta superior (la "raza política") maltrata a los médicos del Hospital Sanguinetti (la "raza inferior"), y dice que nunca más va a reunirse con ellos, porque han cometido el sacrilegio de expresar públicamente su crítica y su desazón ante un gobierno que en las reuniones y posteriores conferencias de prensa cede todo, pero que luego en la práctica, se empeña en que nada cambie.
Creyendo que el intendente va a cumplir con su caprichosa y autoritaria sentencia de ni siquiera atenderlos, los médicos van acortando la vara de sus expectativas, hasta que finalmente, algunos de ellos se conformarán con pensar que en el año venidero, la municipalidad pondrá algunas monedas más en sus bolsillos como toda respuesta a sus justos e inobjetables reclamos. Mientras tanto, la municipalidad habrá pasado de un presupuesto de 57 millones en 2003 a 128 millones para este año (¿cómo pueden argumentar frente a los médicos —sin que se les caiga la cara de vergüenza— que no hay dinero para recompensarlos con dignidad?).
Un último corolario de los dichos de nuestro primer mandatario es que resulta envidiable ver a alguien como él, que habiendo reconocido "vivir de la política", pueda darse el lujo de vacacionar como lo hace, ya sea en las cálidas aguas caribeñas, o en las doradas arenas del vecino Brasil. O incluso, en las más lejanas y exclusivas playas de Miami (aunque en este caso el disfrute no sea recibido por él mismo, sino —como dicen los hombres de leyes— por interpósita persona).
En su famosa Carta desde la cárcel de Birmingham, Martin Luther King escribió:
"La historia es el relato largo y trágico del hecho que rara vez los grupos privilegiados (en nuestro caso la "raza política") renuncian a sus privilegios voluntariamente".
Por ello, esperemos que tanto autoritarismo no termine por domesticarnos. Trabajemos para lograr una sociedad equitativa, con ciudadanos plenos de derechos. Y si tuviera que haber privilegiados entre nosotros —como dijo el General Perón— que los únicos privilegiados sean los niños. Los demás, iguales, por favor.
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