En una entrevista realizada ayer por la mañana al Secretario de Obras Públicas Jorge Zalabeite, el periodista Sebastián Seco lo consultó acerca de la dársena de la Ruta 25 ubicada frente a la entrada del emprendimiento Pilar del Este.
Hacerse cargo
Ante la pregunta sobre si la zona de la dársena presentaba adecuadas condiciones de seguridad vial -atento a los numerosos arreglos realizados por la Municipalidad luego del accidente que le costara la vida a 5 jóvenes-, el Secretario defendió con vehemencia lo que para él era una obra perfecta: dijo que no se realizaron tantos arreglos, y que en todo caso, el único problema no era la obra en sí, sino la falta de respeto de los automovilistas a las normas de tránsito. Desde ya que la enfática afirmación del secretario ingeniero no aporta demasiado a lo conocido, habida cuenta que nuestro país figura entre los primeros puestos en el ranking de muertes por accidentes de tránsito (por cantidad de vehículos). Sin embargo, no es menos cierto que, así como en el tema del medio ambiente la ley establece el principio de precaución, lo mismo debería hacerse desde el gobierno con respecto a la seguridad vial. Los automovilistas y los peatones no son los únicos componenetes del "sistema" del tránsito vehicular y la seguridad: los otros dos elementos son las vías de circulación (calles, autopistas, veredas, señales de tránsito, etc.) y las circunstancias. De estos tres elementos (automovilistas con sus vehículos, calles con sus elementos conexos, y circunstancias) sólo el primero escapa a la injerencia eficaz del gobierno municipal. En otros términos, si un conductor pretende violar un semáforo en rojo, o conducir alcoholizado, es poco lo que en materia preventiva -y a corto plazo- puede hacerse desde el Estado. En cambio, es mucho lo que puede (y sin duda debe) hacerse desde la administración. Es aquí cuando usted, estimado lector, se verá tentado a pensar que sin recursos es poco lo que se puede hacer, sobre todo si usted cobra su sueldo con un recibo con memebrete de la Municipalidad Del Pilar. Tan lógica conclusión podría ser equivocada. Los recursos, tan necesarios para todo, pueden llegar a utilizarse mal, y eso es exactamente lo que considero que sucede con la gestión de Humberto Zúccaro.
Prioridades
El bien más preciado de todo ser humano es su propia vida, y por eso, la prioridad del gobierno debería ser preservarla primero, y elevar su calidad después. En ese orden. No pueden, no deberían, destinarse miles y miles de pesos a solventar costosos espectáculos en la plaza, cuando en los barrios los centros de salud cierran a las 8 de la noche. Podrá decirse que las dos cosas son importantes, pero en ese caso, le hago una pregunta: si usted pensaba ir a la plaza el próximo Domingo a disfrutar de los artistas que allí se presentan, y el Intendente anuncia que por problemas presupuestarios se suspenden las presentaciones, ¿lo afectará más o menos que si el mismo Domingo a las doce de la noche su hijo tiene fiebre y la salita de su barrio está cerrada?. A cualquier padre le interesará poco menos que nada el espectáculo en la plaza, pero muchísimo la atención de su hijo, y además, el billete que se utilizaría para pagarle a un cantante es el mismo que el que se debería usar para pagarle al médico de la salita. ¿Qué uso será más prioritario, considerando, como decíamos antes, que los recursos siempre escasean?
Culpables
A la tan desacertada hipótesis del Secretario de Obras Públicas, podríamos sugerir otras: por ejemplo, el Secretario de Salud, que invirtió mucho tiempo en explicar las bondades del reordenamiento del sistema de salud local impulsado por el señor intendente, podría tranquilamente asegurarnos que los cambios fueron sumamente positivos, que los hospitales inaugurados por quinta vez son mejores que nunca, incluso mejores que el mismísimo Hospital Austral, pero que lo que hace que no funcionen y que algunos se quejen, es precisamente que la gente... se enferma!!; para peor, como dijo Zúccaro, un montón de gente enferma (como los delincuentes) "viene de los distritos vecinos pobres"; así como para Zalabeite, si no hubiera automovilistas no habría accidentes viales, Caruso podría asegurar que si no hubiera enfermos, el sistema de salud sería envidiable.
Quizás sea hora de buscar menos culpables y ponerse a trabajar en serio, no sólo para convencer a los de afuera de la estructura municipal, sino principalemente para convencer a los de adentro (intendente, concejales, explicadores, etc.), que demasiadas veces anteponen sus intereses personales a los de la sociedad que pretenden gobernar ("primero la Patria", decía el General Perón).
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