Desde su creación en el año 1999, el Defensor del Pueblo ha sido designado cada 4 años por el Honorable Concejo Deliberante a propuesta de la primera minoría de la oposición. Así, el primer Ombudsman de Pilar resultó ser Marcelo Fernández, quien hasta entonces ocupaba la secretaría de bloque del FrePaSo, fuerza política que lo propuso; luego, en 2003, el pattismo -como segunda fuerza- fue quien propuso la designación de la actual defensora Dora Montes, ahora también concejal electa del Frente Para la Victoria.
Siguiendo esa norma consuetudinaria, y habiendo obtenido un claro segundo puesto, en esta oportunidad debía ser la Coalición Cívica quien propusiera el nombre del sucesor de Montes. No obstante, creo que están “primero las instituciones… y por último los hombres”; así, resignando todo interés personal, convoqué a las entidades de bien público del distrito a que propongan ante el Concejo Deliberante a sus propios candidatos, a aquellas mujeres y hombres que consideraran con la mayor aptitud para defender los derechos de los ciudadanos ante el mal funcionamiento de cualquier repartición de la Administración Pública o de prestadoras de servicios públicos.
De esa convocatoria surgió el nombre de Daniel Hirsch, un dirigente de la localidad de Manuel Alberti, trabajador incansable y profundamente comprometido con su comunidad. Decenas de ONG’s apoyaron su postulación, además de la propia Coalición Cívica: la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), SUTEBA, Asociación Trabajadores del Estado (ATE), el Centro de Salud San Cayetano, el Movimiento de Poetas y Escritores de Pilar, la Biblioteca Popular de Manzanares, los Foros de Seguridad de Derqui y de Manuel Alberti, y las 23 entidades nucleadas en FIOSMA, entre otras.
Sin desconocer que quien finalmente fue elegido, Orlando Bargaglio, puede tener muchas buenas condiciones para ser Defensor del Pueblo, carece de una fundamental: independencia político partidaria. Y es precisamente esa característica la que hace toda la diferencia. Por ejemplo, cuando el Concejo designó a Dora Montes en 2003, también como fruto de un acuerdo político, en los considerandos del Decreto de designación se decía: “suma rectitud e imparcialidad… valores indispensables para vigilar y controlar… la Administración Municipal y la conducta de sus agentes, en defensa de los derechos e intereses de los ciudadanos y la comunidad pilarense”.
Montes pasó de ser calificada por la prensa como una “pattista de paladar negro” (2003) a autodenominarse “zuccarista de paladar negro” (2007) y terminar tercera en la lista de concejales del oficialismo. Lo que realmente sucedió con ella fue que no sumó ni rectitud ni imparcialidad, porque la actitud recta e imparcial hubiera sido renunciar como Defensora antes de haber aceptado cualquier ofrecimiento a integrar la lista de candidatos del partido del gobierno, a quien supuestamente todavía debe controlar.
El jueves pasado escuché las mismas palabras elogiosas sobre el futuro Ombudsman: “suma rectitud e imparcialidad… valores indispensables para vigilar y controlar…”. Aunque sea así, está claro que el procedimiento de designación no fue ni recto ni imparcial. Todo lo contrario. Fue absolutamente irregular, en primer lugar, porque no es el partido del ex Comisario Patti la primera minoría opositora (desde el 28 de octubre quedó ubicado en tercer puesto, detrás de la Coalición Cívica y de Unión PRO); en segundo lugar, porque como referente de la auténtica primera minoría pedí el uso de la palabra (la ordenanza que creó la denominada “Banca 21” o “del Pueblo” así lo permite); incomprensiblemente, ni Isabel Arata, Presidenta del HCD, ni Marcelo Martino, su Secretario, me lo permitieron; Martino intentó una pobre e inútil explicación para justificar su negativa.
Es lamentable que un funcionario público censure a quienes pensamos diferente. Pero más lamentable es que el ex presidente del Concejo, Marcelo Castillo, se haya referido en forma despectiva y autoritaria a la Coalición Cívica (y transitivamente a los 10 mil pilarenses que apoyaron nuestra propuesta de transparencia y participación), como “una minoría ilustrada que quiere imponer su posición”. Castillo debería saber que la falta de respeto a las minorías fue lo que desencadenó la violencia y el dolor de los setenta, el período más negro de nuestra historia reciente.
Mi propuesta, que fue planteada por primera vez en 2003, y reiterada en 2007, es la de ofrecerle a las ONG’s la posibilidad que propongan candidatos a la Defensoría directamente ante el HCD. Pero los concejales decidieron apoyar la designación de Bargaglio, que por todas las consideraciones hechas, nace deslegitimado. Por esa misma razón, Dora Montes no supo o no pudo oponerse a “los abusos de la administración”, como el tarifazo de Sudamericana de Aguas, la instalación en lugares prohibidos de las contaminantes antenas de telefonía celular, la tosquera ilegal “Laguna Dorada” que permitía el Gobierno, la falta de médicos en los hospitales y en las salitas; ¿por qué creer que Bargaglio podrá?
Aunque un Concejal dijo el jueves que estaban “dándole a Pilar un Defensor”, creo que los integrantes del actual Concejo Deliberante aprobaron que la Defensoría siga siendo una institución manejada para acomodar a alguien “que no moleste”, o que le agradezca al intendente Zúccaro “por el trabajo que me ha dado”, como expresó Dora Montes en diciembre de 2003, al asumir como Defensora. Una vergüenza, y una lástima.