Siempre advertí que “Un Pilar para todos” era, en boca del gobierno de Humberto Zúccaro, apenas una frase de campaña. Si realmente deseara y trabajara por una ciudad que nos incluyera a todos, impulsaría políticas públicas diametralmente opuestas a las que lleva adelante desde hace más de un lustro.
Por caso, anoche el Honorable Concejo Deliberante se disponía a aprobar formalmente el aumento del boleto de colectivos. No sería tan grave en un contexto de crecimiento económico. Pero no es esa la situación actual. La inflación perfora los bolsillos de los más humildes, y también de los asalariados de clase media. En nuestro distrito una tercera parte de la población no posee acceso al transporte público a menos de 3 cuadras de su casa. Y a nadie escapa el hecho de que el transporte público es utilizado mayoritariamente por las clases populares; los ricos viajan en auto.
Suena la campana
Cuando nos estábamos acomodando para soportar la suba ininterrumpida de los precios de los alimentos, llegó el aumento de los peajes, luego el de la luz, del gas, del impuesto inmobiliario…Y ahora, quien llegó “para curar a Pilar”, quien repitió hasta cansarnos que “siempre voy a estar del lado de los vecinos”, habilita con esta suba otro golpe al bolsillo más. Y claro, éste aumento del boleto de los colectivos locales es —por inesperado— un golpe más doloroso, porque aunque más no sea por nuestra condición de “vecinos”, podíamos haber esperado que el jefe comunal no hubiera avalado la suba y que él, nuestro “intendente amigo”, nos defendiera ante empresas concesionarias que día a día exigen más a cambio de dar cada vez menos.
Pero ya no hay vuelta atrás: como dijo "Ringo" Bonavena (1942-1976), “lo cierto es que cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”. Ya sonó la campana, y los vecinos de Pilar nos quedamos solos.
Siempre la misma historia
En 2004 el gobierno llamó a licitación para concesionar los recorridos de los colectivos. Pero en vez de aplicar el saludable mecanismo de audiencias públicas, de licitaciones transparentes, con pliegos accesibles, nada de eso ocurrió, y las empresas recibieron del gobierno el “regalo” de 10 puntos en la calificación de sus ofertas, dádiva que —como no podía ser de otra manera— definió la continuidad de las firmas que venían operando.
Por aquél entonces, a cambio de tanta generosidad oficial, desde el municipio argumentaron que las empresas iban a mejorar sus frecuencias, que iban a construir refugios en las paradas, que iban a mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores. Nada de eso ocurrió, pero al boleto lo aumentaron.
Esta vez sí
Ahora, desde el gobierno dicen que a partir de este nuevo aumento sí habrá mejoras en el servicio, habrá tarjetas para no sufrir la falta de monedas, y habrá un incremento salarial para los choferes. Permítame ser pesimista: nada de eso ocurrirá; seguiremos padeciendo, como desde el inicio de esta gestión en 2003, un sistema de transporte lamentable, y los choferes recibirán —en el mejor de los casos— un “ajuste” que les permitirá compensar apenas la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios; sería cínico definir ese “ajuste” como “incremento”.
Este año habrá elecciones para concejales: conviene estar atento. Muchos candidatos —oficialistas y de los otros— tratarán de convencernos que lo que importa es sólo que quienes resulten electos sean honestos. Nos estarán engañando; hacen falta concejales que además de honestidad, nos aseguren que trabajarán para lograr un Pilar más equitativo, con más oportunidades para todos, sin tanto “golpe bajo”, en donde cada ciudadano sea parte, aunque le haya tocado vivir "afuera del alambrado", y sus ingresos no le alcancen para veranear, como a Zúccaro, en las cálidas arenas de Brasil.
Por caso, anoche el Honorable Concejo Deliberante se disponía a aprobar formalmente el aumento del boleto de colectivos. No sería tan grave en un contexto de crecimiento económico. Pero no es esa la situación actual. La inflación perfora los bolsillos de los más humildes, y también de los asalariados de clase media. En nuestro distrito una tercera parte de la población no posee acceso al transporte público a menos de 3 cuadras de su casa. Y a nadie escapa el hecho de que el transporte público es utilizado mayoritariamente por las clases populares; los ricos viajan en auto.
Suena la campana
Cuando nos estábamos acomodando para soportar la suba ininterrumpida de los precios de los alimentos, llegó el aumento de los peajes, luego el de la luz, del gas, del impuesto inmobiliario…Y ahora, quien llegó “para curar a Pilar”, quien repitió hasta cansarnos que “siempre voy a estar del lado de los vecinos”, habilita con esta suba otro golpe al bolsillo más. Y claro, éste aumento del boleto de los colectivos locales es —por inesperado— un golpe más doloroso, porque aunque más no sea por nuestra condición de “vecinos”, podíamos haber esperado que el jefe comunal no hubiera avalado la suba y que él, nuestro “intendente amigo”, nos defendiera ante empresas concesionarias que día a día exigen más a cambio de dar cada vez menos.
Pero ya no hay vuelta atrás: como dijo "Ringo" Bonavena (1942-1976), “lo cierto es que cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”. Ya sonó la campana, y los vecinos de Pilar nos quedamos solos.
Siempre la misma historia
En 2004 el gobierno llamó a licitación para concesionar los recorridos de los colectivos. Pero en vez de aplicar el saludable mecanismo de audiencias públicas, de licitaciones transparentes, con pliegos accesibles, nada de eso ocurrió, y las empresas recibieron del gobierno el “regalo” de 10 puntos en la calificación de sus ofertas, dádiva que —como no podía ser de otra manera— definió la continuidad de las firmas que venían operando.
Por aquél entonces, a cambio de tanta generosidad oficial, desde el municipio argumentaron que las empresas iban a mejorar sus frecuencias, que iban a construir refugios en las paradas, que iban a mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores. Nada de eso ocurrió, pero al boleto lo aumentaron.
Esta vez sí
Ahora, desde el gobierno dicen que a partir de este nuevo aumento sí habrá mejoras en el servicio, habrá tarjetas para no sufrir la falta de monedas, y habrá un incremento salarial para los choferes. Permítame ser pesimista: nada de eso ocurrirá; seguiremos padeciendo, como desde el inicio de esta gestión en 2003, un sistema de transporte lamentable, y los choferes recibirán —en el mejor de los casos— un “ajuste” que les permitirá compensar apenas la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios; sería cínico definir ese “ajuste” como “incremento”.
Este año habrá elecciones para concejales: conviene estar atento. Muchos candidatos —oficialistas y de los otros— tratarán de convencernos que lo que importa es sólo que quienes resulten electos sean honestos. Nos estarán engañando; hacen falta concejales que además de honestidad, nos aseguren que trabajarán para lograr un Pilar más equitativo, con más oportunidades para todos, sin tanto “golpe bajo”, en donde cada ciudadano sea parte, aunque le haya tocado vivir "afuera del alambrado", y sus ingresos no le alcancen para veranear, como a Zúccaro, en las cálidas arenas de Brasil.
1 comentario:
Es una verguenza, por lo menos la gente que vive en Villa Rosa, viajar en colectivo, no creo que ninguna unidad, tanto la de la linea 276 como la de la 501 posean la tan pedida por los controles municipales "VTV", es mas, no creo que posean desinfecciones periodicas, ni seguros , porque ninguna compañia viendo sus unidades se animaria a asegurarlos,pero eso si, quieren aumento, dando un pesimo servicio, con frecuencias larguisimas para que con menos servicios lleven los moviles repletos, como pueden verse permanentemente. y nadie dice nada... todos agachan la cabeza y empujan para tratar de subir,y nadie dira cuando le aumenten..por eso tienen el gobierno que se merecen.
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