domingo, 2 de enero de 2011

Los desafíos del 2011


Empezó el año nuevo. Hoy el 2011 es una hoja en blanco que empezamos a escribir. Es un deseo que dependerá de cada uno de nosotros que sea realidad. Si nuestra mirada del porvenir se queda a la espera de que las cosas sucedan, es probable que otro año más finalice sin que nada haya cambiado.
En política el 2011 tendrá un significado especial. La consolidación económica diluyó las expectativas de algunos sectores de la oposición, que vieron fracasar, una tras otra, varias de sus premoniciones más oscuras, al tiempo que fortaleció la posición del oficialismo.
La situación presente ofrece a ambos, gobierno y oposición, una oportunidad inmejorable para reformular y reimpulsar propuestas que no deben dejarse en el olvido. Me refiero a la iniciativa denominada “Diálogo Argentino” que fuera promovido por el Episcopado de la Iglesia Católica, y apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a fines de 2001; el Diálogo se fue consolidando desde enero de 2002, al asumir la presidencia Eduardo Duhalde.
Por entonces, el bonaerense dijo que “estaremos trabajando juntos con las fuerzas políticas, empresariales, laborales y organizaciones no gubernamentales, en la elaboración inmediata de un programa de salvación nacional”… “No son horas de festejos las que corren. Sin embargo, son horas de esperanza, porque estamos asistiendo a una experiencia inédita en nuestra vida política”.
Claro que siempre, “todo termina al fin”, y también se truncaron los loables objetivos del espacio multisectorial conformado en aquellos días de disgregación social y ausencia de Estado.
Sin embargo, aquella experiencia me motivó, hace algunos días, a proponer la creación de un espacio que podría denominarse “Diálogo pilarense”, en el que podamos rescatar entre todos, trabajadores, empresarios, sectores no gubernamentales y gobierno, los propósitos de la experiencia nacional, en especial aquellos vinculados a la elaboración de políticas de estado, esas que necesariamente deben perdurar más allá de los ocasionales habitantes del palacio municipal.
Lo hice en un brindis del que participaron algunos dirigentes políticos, y miembros de distintas ONG con actuación en nuestro distrito. Quedé sorprendido por la generosa y optimista recepción que tuvo la propuesta de crear el “Diálogo” a nivel local.
Esta es una columna de buenos augurios. Quienes nos entusiasmamos con la propuesta del Diálogo Pilarense, ya estamos convocando a quienes quieran integrarla. Ojalá estemos todos. No para ponernos de acuerdo, sino más bien para ayudarnos a construir una visión completa sobre nuestra sociedad, que sin dudas no es la mía, ni la del gobierno, ni la de ningún otro pilarense; es la suma de todas esas miradas. Algunos convocados ya levantaron su guardia: “esa idea es funcional al oficialismo, sea el que fuere”, advirtieron con pesimismo. No lo creo así: el diálogo es ante todo abrirnos a la mirada del otro, para que en ese proceso enriquezcamos nuestra propia mirada. Se trata de un desafío trascendental; aceptarlo, independientemente de los resultados, ya es en cierta forma un logro. Y por estas horas de saludos fraternales y deseos de buenos augurios, nos debemos la posibilidad de soñar con un Pilar en el que quepamos todos, y en el que la integración social se materialice en oportunidades para cada uno de nosotros. Ya es hora. Feliz 2011.

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