En estos meses de cuarentena, en los que el Estado se ha
volcado a hacer aquello que es verdaderamente lo más importante, que es cuidar
la vida de todos y cada uno de nosotros, surgen en la sociedad diversas
reacciones: ciudadanos que continúan su vida como si nada, ciudadanos que la
están pasando mal, y expresan con razón su malhumor y su bronca contra el
gobierno, y otros que también la están pasando mal, pero en lugar de militar en
las filas de los anticuarentena, soportan con estoicismo el encierro y el
ajuste económico.
Estos párrafos, sin embargo, no pretenden describir lo que
vive hoy día cualquier habitante del mundo. Pretende sí, denunciar una
situación que como la pandemia, afecta cada vez a más personas, y se va
extendiendo a todos los sectores de la economía: la desaparición del servicio
al cliente que casi cualquier empresa solía ofrecernos.
Electrodomésticos
Una conocida cadena de electrodomésticos, Frávega, tiene su
página oficial en la red social Facebook. En 9 años, logró superar apenas los 2
mil “me gusta”. Hace poco tiempo, un cliente disconforme creó el grupo “Frávega
online ESTAFA”. Así, en mayúsculas. Ya roza los 13 mil miembros: 6 clientes
enojados por cada cliente satisfecho. Hay gente que compró una heladera en
abril, y todavía no la recibió, otros que devolvieron algún producto al día
siguiente de haberlo comprado, y después de 3 meses siguen esperando que no se
le debiten más cuotas en su tarjeta por la compra de un producto que no tienen,
etc., etc.
Telefonía fija
Lo que a mediados de los 90 nos parecía una firma con
servicios de “clase mundial”, hoy ni siquiera cumple con prestar telefonía
básica. La calidad del servicio de Telefónica de Argentina S.A. no ha
parado de caer. Peor aún: en tiempos de cuarentena la atención a sus clientes
ha desparecido. Uno llama, y del otro lado nadie atiende. En el mejor de los
casos, una grabación advierte que “debido a la situación de pandemia, bla
bla…”. Si se los intenta contactar por las redes sociales, alguien que firma
con un críptico “^RMB” asegura que “Lamentamos todo lo sucedido, nuestra
intención es poder ayudarte por ello es que realizaremos el reclamo técnico
nuevamente y para ello te pido que me brindes un número de contacto”. Un rato
después, otro mensaje solicita “Por favor, apagá y prendé el celular. Si aún
así persiste seguí estos tips… para solucionarlo”
... Pero señores de Telefónica ¡si el problema es con un teléfono de línea, no con
un celular!
Un rato más tarde, llega otro mensaje pidiendo “Nos ayudas a mejorar? Completa la siguiente encuesta…”. Fin del cuentito (de terror).
Un rato más tarde, llega otro mensaje pidiendo “Nos ayudas a mejorar? Completa la siguiente encuesta…”. Fin del cuentito (de terror).
Enviciados
Tengo una hipótesis sobre las razones de semejante destrato:
en situaciones normales, si cualquier persona se ve perjudicada por la compra
de un producto o servicio, y la empresa no atiende el reclamo, va a los
organismos de defensa al consumidor. Que, vale la pena aclararlo, funcionan bien
(y en Pilar, muy bien). Eso, en condiciones “normales”. Que lamentablemente no
son estas. Hoy, las empresas saben lo que afirmé al principio: la prioridad del
gobierno es la salud. De ahí para abajo, se hace lo que humanamente se puede. Y,
frente a los abusos de empresas oligopólicas como Telefónica-Movistar,
se puede poco. Ellos lo saben: creen que cuando vuelvan a ser controladas, como
sucedía en la “normalidad”, podrán volver a portarse bien. Se enviciaron.
Lo que no saben, es lo que sentenció el gaucho Martín Fierro: “Procedan
siempre con juicio, y sepan que ningún vicio acaba donde comienza”.